jueves, 16 de septiembre de 2010

La paranoia del Quijote y Dalí al diván

“Un paranoico caminando por las calles es mejor modelo que un neurótico recostado sobre un diván”
Deleuze

Stop: Alonso Quijano, alias Don Quijote de la Mancha, secuestró mi delirante imaginación; mi locura. Play: Decidí colocar al Quijote en algún  diván, preguntándome y preguntándole una y otra vez: ¿qué hubiera pasado si don Alonso Quijano hubiera acudido a la consulta de un psicoanalista? Ante esta situación de sueño e irrealidad, se presentó a la misma cita alguien más. Alguien quien me robo, al igual que el Quijote, mi imaginación y mi locura.- ¡Dalí!- Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, hurtó mediante su cuadros y trabajos; mis sueños, pesadillas, locuras y surrealismo. Ambos personajes se desbordan en una paranoia común, un sueño delirante que aun siguen soñando ambos.
Rec: Sueño delirante
El salón era inmenso pero sumamente minimalista; en el solo se observaba un una mesa de madera, encima de esta un teléfono langosta, un reloj de arena y un pequeño molino de viento;  y dos divanes a lo largo del salón. El Quijote llegó temprano, llevaba puesto su “terrible” armadura. Parecía ser de acero falso -esos aceros que intentan ser acero, pero son de plástico-. Alonso Quijano se veía sumamente nervioso, miraba de reojo por toda la habitación, se asustó al observar el reloj de arena y quizás le asustó más la idea de una “mini- molino” de viento. Salvador por su parte llego un poco tarde. Al entrar a la habitación se acomodó el largo bigote e inmediatamente se acerco al teléfono langosta.- ¿Hola? … shhhhh-. Ambos personajes se recostaron en sus respectivos divanes. Nadie hablo, enciendo un cigarrillo y el sueño paranoico empezó.
Ya se sabe que es la paranoia. Consiste en un delirio de interpretación  del mundo y de su yo, a los que da una importancia exagerada. Pero lo que diferencia este desequilibrio mental, que ambos personajes comparten en el diván, es que  presenta una sistematización perfecta y lúcida que lleva a un proceso de súper valorización individual, conducente a menudo a la  megalómana y al delirio de persecuciones.
En ambos casos Dalí y el Quijote interpretan todo lo que observan – los comentarios de los amigos, los sueños, los molinos, el estornudo de alguien, el tiempo, las noticias del periódico...etc.- en relación a ellos mismo y a sus dramas. La paranoia tal como decía Lacan “es un delirio de interpretación”.
Dalí pintó miles de cuadros, esculpió, escribió manifiestos y hasta produjo guiones llenos de argumentos lógicos y convincentes para explicar las interpretaciones que lo habían llevado  a la conclusión que sufría de paranoia- critica:
 “la paranoia se sirve del mundo exterior para valorar la idea obsesiva, con la turbadora particularidad de volver admisible para los demás la realidad de esta idea. La realidad del mundo sirve como ilustración y prueba y está al servicio de la realidad de nuestro espíritu.
La paranoia que se presenta en el Quijote es algo similar: el orden del mundo o la realidad que se vive en el mundo está en peligro. Y mediante la fe y la justicia utópica se llevara a la solución de la realidad. El quijote se viste de caballero andante, Dalí suelta sus vigotes, se arregla las pestañas y nos brinda cuadros llenos de sueños y utopías.
Alonso Quijano presenta un cuadro clásico de delirio de interpretación. Todo lo que sus ojos miran, su mente lo filtra a través de los libros de caballería. Al observar una ventana,  una seria de complejísimas asociaciones lo lleva a la conclusión de que se trata de un castillo. Una humilde campesina se transforma en una hermosa doncella. El silbato de castrador de cerdos le parece música palaciega y las rameras desdentadas pasan a ser hermosas doncellas.
Al Quijote todos lo toman por loco y el lo sabe, pero, como le confiesa Sancho, hay una simple explicación: sus enemigos, a través de hechizos y brujerías, confunden la realidad: hacen que los gigantes se transformen en molinos de viento; los ejercitos, en nubes de polvo y los yelmos en bacías.
Dalí al igual que al Quijote posee una salud normal, no sufre ningún trastorno orgánico y sin embargo vive  y se mueve en un mundo extraño, un mundo lleno de sueños. Lejos de someterse a la lógica de del vivir, como la mayoría de la gente “normal”, la domina, la hace a su deseo. Dalí sistematiza lo que al Quijote le ocurre al delirar cuando los gigantes se transforman en molinos de viento. A esta estructura le coloca el nombre de: paranoia crítica,  que va en busca de sistematizar la confusión y contribuir al descrédito total del mundo de la realidad. Es decir: método espontaneo de conocimiento irracional basado en la objetivación crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones delirantes.
El delirio del Quijote lo lleva a acciones más subversivas que a las manifestaciones de Dalí; teniendo en claro, que desde muy joven se autodenomino como un "anarco-monárquico", dando pie a numerosas especulaciones sobre esta orientación política (indudablemente minoritaria). Con el inicio de la Guerra civil española, Dalí rehuyó el enfrentamiento y rechazó manifestar su adhesión a ninguno de los bandos. Del mismo modo, tras la Segunda Guerra Mundial, Dalí fue criticado por George Orwell, quien le acusó de "escabullirse como una rata en cuanto Francia estuvo en peligro", después de haber vivido y prosperado allí durante años. Quijano, de lo contrario, lucha sin parar y dirige su agresión contra los representantes del Estado y la Iglesia. Resultado: un mundo con menos inquisidores, menos policías, menos frailes y menos aguafiestas.

Así mismo, si el paranoico se enamora de alguien, según Freud, solo puede percibir este sentimiento como algo que viene del exterior. No piensa “Yo la quiero” sino “ella me quiere”. La misma fórmula ante el sentimiento del odio, lo que genera incontables enemigos para el caso de Dalí. Quijano no odia; ama. Siente una gran atracción por Aldonza Lorenzo y ese “yo la quiero” se transforma en “ella me quiere.” Salvador Dalí vio en la paranoia la clave de la creatividad. Todos los artistas, todos los genios, todos los grandes hombres tienen algo de paranoicos. El paranoico se distingue de los demás por la gran libertad de su imaginación. Dalí se veía a sí mismo como un gran paranoico y sus escritos y cuadros son una celebración a esta patología.

La imaginación del Quijote es como la de Dalí. También el es un gran paranoico: hace lo que los demás apenas sueñan con hacer, se burla de las convenciones sociales e inventa sus propias reglas.

Bonus track:

Las imágenes sueltas a lo largo del articulo, uno las puede apreciar mejor en el libro El Quijote ilustrado por el gran Dalí. Así mismo les dejo un link: http://www.google.es/search?um=1&hl=es&rlz=1T4GGLL_enPE395PE395&q=el+quijote+dali&biw=1003&bih=539&ie=UTF-8&sa=N&tab=iw. Lastima que el texto este en italiano (pero es algo fácil de leer) ahí se habla más sobre la influencia del Quijote en Dalí. Por ultimo dejarlos con una parte de la pelicula del gran Hitchcock, Spellbound,  en la cual hace referencia a la paranoia de un cliente con su psiquíatra. Aludiendo los diálogos entre el pintor Dalí y el psicoanalista Freud. Disfrútenlo

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