miércoles, 31 de marzo de 2010

Jim Marshall: El lente fotográfico del Rock


Stop: Mashall, el hombre que retrato el rock de la década de los 60’s y 70’s falleció la semana pasada; el 23 de marzo del 2010. Play: Su lente se deslizo tras los camerinos, festivales, conciertos e incluso en algunas alcobas de diversos rockeros y fantásticos jazzeros. Inmortalizando con sus fotografías a músicos como John Coltrane, Bob Dylan, The Rolling Stones, The Who, Janis Joplin, The Doors y a Jimi Hendrix quemando su guitarra en el famoso festival de Monterrey. Rec: Su muerte fue confirmada por Peter Blachley, de la galería del hotel de Morrison en Nueva York, que lo representaba en ese sitio. La causa no fue dada a conocer.

Favor rebovinar

Era 1967 y las pupilas de los adolescentes asistentes al festival de Monterrey, en el inolvidable verano de amor, se dilataron aun más a la velocidad del vértigo. La marihuana se olía al caminar, el LSD ya hacia sus efectos y el la vibración del amor estaba en el aire – love is in the air. En el estrado principal Jimi Hendrix músico endemoniado por el clima, prendió fuego a su guitarra, en un exorcismo colectivo inenarrable. A escasos metros de la leyenda de la guitarra, se encontraba, agazapado, un fotógrafo de re nombre. Jim Marshall, fotógrafo delirante de la escena de la década del sesenta; inmortalizo al demente Hendrix en dicho festival. Aquellas imágenes lo llevarían al Olimpo de la fotografía profesional.

Marshall nació en Chicago en 1936 y se crió en San Francisco. Compró su primera cámara en la escuela secundaria y comenzó a documentar a los artistas y músicos en la floreciente escena de San Francisco. Después de servir en la Fuerza Aérea, Marshall regresó a su casa, donde tuvo un encuentro fortuito con John Coltrane. Hizo de muy buenas amistades con él y además le mostro su gran admiración como músico de jazz. De esta manera, la leyenda del jazz, Coltrane le devolvió un gran favor al dejar a Marshall que le “dispare” nueve rollos de película. El lente de Marshall se deslizo por Coltrane tal como las notas del jazz. El resultado: una obra maestra.

Marshall disparó su lente a muchos de los grandes nombres del jazz, como Miles Davis y Thelonious Monk, durante los años que siguieron, pero se dedicó en participar más estrechamente con la escena del pop y la floreciente música del folk después de mudarse a Nueva York en 1962. Vivió entre la comunidad bohemia de Greenwich Village y logro fotografiar al gran músico Bob Dylan. Retrató a Dylan en medio de la calle pateando un neumático; tal como en su canción Like a Rolling Stone.

Ademas viajó a la costa oeste, cuando los Beatles, agotados por las giras y desesperados por escapar de las exigencias de trabajo en sus giras, voló a San Francisco el 29 de agosto de 1966 para un concierto en el Candlestick Park, que marcó el final de su gira de Estados Unidos. Se mezcló con ellos de antemano, los fotografió durante su breve tiempo en el escenario y, a continuación, lo más importante para la posteridad, cuando salían de la zona del estadio en la final de la representación. Ringo Starr posó en su lente en todo su paladar, recuerda Marshall. "Él era el más sociable de todos."

San Francisco era el lugar perfecto para ser alguien en el comercio de Marshall en ese momento como la contracultura y el movimiento hippie comenzó a surgir. Fotografió y se convirtió en amigo de muchos de las estrellas de la época, incluyendo a Jefferson Airplane, Grateful Dead, The Doors y Joplin.

Era natural que en estas circunstancias Marshall se convirtiera en el cronista fotográfico principal de la escena del rock del sesenta, además logro presentar diversas tapas o cubiertas para los discos de diversos grupos. Estuvo presenta en el festival de Monterrey y logro deslizar su lente en Hendrix al prender su guitarra. Dos años más tarde fue a Woodstock, festival lleno de drogas, música y amor. Su cámara logró ponchar la armonía, el olor de la hierba, las alucinaciones psicodélicas bajo el mando del LSD. Y los gestos de cada músico al deslumbrar al público adolescente de aquella época.

Hold the line…

En 1972 hizo malas compañías con los Rolling Stones, se dedico a apoyar el trabajo de Coock Sucker Blues (documental que ya habíamos hablo tiempo atrás). Jalo unas lineas con Keith Richards y de hecho que fumo quientos porros al tomar sus fotos para dicha banda. El resultado: un fotógrafo rock and roll o para mucho el gonzo de la fotografía.

Decayó en la adicción de la cocaína y no supo mejor cosa que volverse amigo de parrandas con el músico de country Johnny Cash. Quien en 1974 fue arrestado por su terrible demencia a las líneas blanca, pero no las de las autopistas. En medio de la prensa y la seguridad gringa; Marshall logra ponchar una foto fenomenal del cantante de country. Sacando el dedo medio ante la prensa y ante la seguridad norteamericana.

Ante tantas tentaciones del rock, Marshall y su carrera sufrieron un bajón. Se dedico a la venta y compra de armas y su gran afición por los Cadillacs, lo llevo a varios problemas con la ley. Pero al igual que muchos músicos logro sobrevivir, dejo la cocaína y se volvió a dedicar a su chamba. En sus últimos trabajos, logro fotografías a diversas bandas como los Red Hot Chili Peppers, Lenny Kravitz, entre otros artistas más.

Marshall falleció en Nueva York este año (hace unos días no más). Nos dejos sus fotografías y esa imagen de rebelde que solo desea salir del sistema. Un adulto que lleva dentro a un adolescente que busca ser alguien detrás de las estrellas. Al final se convirtió en el rock star que siempre quiso ser.

Favor no rebovinar. Todos digan chesse.

Bonustrack:
Para observar más sus chambas y saber más de su vida visiten su página:
http://www.marshallphoto.com/

sábado, 27 de marzo de 2010

Divague del insomnio


Tu, mi efímero y vulgar pasatiempo. simples rostros cargados de veneno que fingen expresarse. Arrojadas al aire o al vacío de la insensatez virtual en una etérea contienda, a pesar de todo. Que van por ahí relamiendo su óxido y al borde del grito, enmudecen. Que vomitan y se arrastran sobre su propio eje con insistencia, recordándome la trascendencia que les adjudicas y la miseria existencial de todo esto. Que no corren hacia lo ignoto ni golpean ni estallan allí donde deberían hacerlo sino que simplemente: se arrastran. Como un manojo de cenizas al viento que se aleja raudamente murmurando por lo bajo, así sin más, o como un chiste de contratapa que es leído al pasar y se pierde graciosa e irremediablemente. Y se funde. Con algo muy parecido al silencio. O a una definitiva nada.

viernes, 26 de marzo de 2010

The trip: Nazca – Cuzco – Bolivia: Downhill en los Andes


Stop: Downhill, primera parada: Nazca. Descanso en Cuzco. Fin de la transmisión: Bolivia. Play: Tres canadienses al hilo; longborders de nacimiento, un fotógrafo, un productor y un promotor. Rec: Adam Colton junto a Paul Kent y Aaron Enevildsen decidieron conquistar la Cordillera de los Andes, cruzando dos países sudamericanos. Bajo sus brazos solo llevaron mochilas, cámaras y sus longboards. Perú, Bolivia sobre el asfalto solo las rudas de uretano. ¡Que locuron!


“Les patina la cabeza”

En el 2008 Paul, Aaron y Adam decidieron viajar al corazón de Sudamérica. De Canadá volaron a la desértica Lima con solo 1.200 dólares (entre los 3) que servirían para los pasajes y los viáticos. Entre Lima y Nazca, consiguieron su primera experiencia llena de amargura y falta de comida. Su suculenta dieta consistía en el 50% del día en galletas oreo, el 30% de frutas tropicales que iban pidiendo por los ambulantes de la carretera. Y el otro 20% en refrescos y pan blanco.

Se enfermaron de diarrea, chaccharon coca, se golpearon no solo una vez sino miles de veces, fumaron tronchitos como locos, perdieron oxigeno al subir por Ticlio, miles de perros les ladraban y claro los acosaban. Jugaron botella borracha con las jovencitas del parque central de Cuzco, lazaban globos de agua a todo aquel que les gritaran “! Gringo, gringo!” Gozaron de la bella naturaleza que existe en los Andes, de los paisajes y de su música y tradición. Fueron clandestinos, outsiders del skate. Rompieron cualquier norma lógica o relativa del físico del ser humano. Se enamoraron de la sandilla y comprobaron que no se debe de tomar yogurt en Bolivia.

Sus músculos se adaptaron plenamente a sus pulmones. Crearon monstros andinos con ruedas de uretano sobre el asfalto. Si Kerouac escribió On the road, ellos escribierián On the road with only longboards. Son los beatniks del downhill. Viajeros clandestinos, ilegales; bailando al ritmo de la cumbia y luego un poco de huayno. Por Favor deslizarse bajo esta nueva aventura. Stop, play and rec.

Bonustrack:
Aca les dejo su pagina donde cuentan algunas de sus aventuras; chequenla: http://www.lineupthemag.com/index.php/features-mainmenu-49/116-skate-across-south-america
Ademas si desean ver mas fotos pueden entrar a: http://www.flickr.com/photos/fartinabag/sets/72157615824227354/

jueves, 18 de marzo de 2010

David Foster: El Bart Simpson del infinito


David Foster Wallace, de 46 años de edad, el mejor cronista del malestar de la sociedad norteamericana contemporánea, decidió ahorcarse en su casa de California. Autor de dos celebradas novelas, – especialmente “La Broma Infinita”- diversos volúmenes de cuentos, ensayos, así como notables crónicas periodísticas que retratan su miedo y asco al desencanto norteamericano. Sus divagaciones, su ironía -¡y vaya ironía!- han cobrado nueva vida después de su muerte. Su estética remitía a referentes tan dispares como las películas del cineasta David Lynch –un locuron total- Wallace supone una forma radicalmente nueva para entender la literatura.

Abrir un libro de Wallace es enfrentarse a una emocionante y desorientadora catarata de información. Sus novelas, sus cuentos, sus ensayos vienen sobrecargados de alusiones y de divagaciones. Wallace interrumpe el flujo de su trama o de su argumento para lanzar una exhibición de pirotecnia informática, en otros despliega su fuego en una nota de pie de pagina, o una apostilla, un par de estructuras que lo fascinaban y que le dan a muchas de sus obras un extraño aspecto seudo académico. Estas estructuras narrativas son consecuencia directa de la sensibilidad de nuestra era; reventando los códigos estéticos de las generaciones precedentes, su prosa tentacular mimetiza los sistemas del paradigma cultural en que vivimos: el vértigo de las comunicaciones, el exceso de información, la influencia de las grandes corporaciones financieras, los iconos de la cultura pop, la industria del entretenimiento, el cine, el deporte y la música, la amenaza omnipresente del terrorismo.

Wallace y su broma

Nació en Ítaca, en el Estado de Nueva York, en 1962, hijo de profesores universitarios, su padre de filosofía y su madre de literatura. Sus primeros libros La escoba del sistema (1987) y La niña del pelo raro (1989), escritos cuando tenía veintitantos años, llamaron la atención por la fuerza incendiaria del lenguaje y la radicalidad de sus planteamientos literarios. El interés se elevó a asombro con la aparición en 1996 de la monumental La broma infinita, edificio narrativo de más de mil páginas, que contaba con un complejo aparato de varios centenares de notas, muchas de considerable extensión. La novela adquirió el estatus contradictorio de ser considerada una obra de culto, pese a que gozó de una extraordinaria difusión. El consenso, sobre todo entre los escritores, es que se trataba de la novela más audaz e innovadora escrita en Estados Unidos en la década final del siglo XX.

La broma infinita propicia el entrecruzamiento de una portentosa diversidad de registros: de la trigonometría al tenis, pasando por las drogas, la estética grunge, la filosofía, y el cine. Por medio de un lenguaje en estado permanente de incandescencia, la novela lleva a cabo una sátira despiadada de nuestro tiempo, a la vez que un conmovedor escrutinio de la soledad del individuo. Los textos Wallace se presenta como Funes el memorioso, capaz de producir brillantes argumentos sobre temas tan distintos. Y su lectura se torna tan ágil, como las caderas de Mick Jagger en pleno concierto.

En la mente de Wallece

Wallece conocía mejor que nadie el peligro de quedarse atrapado dentro de su propia mente. Aunque a primera vista parece ser el mas avanzado avatar de la postmodernidad, un reproductor de inacabable flujo, una especie de Ipod en evolución y con baterías infinitas. Sin embargo el buscaba algo mas que información, el quería crear ficción que fuera lo opuesto de la televisión, no porque creyera que era posible escapar de la cultura popular, sino todo lo contrario.
Cuando sus profesores de escritura en la Universidad de Arizona le dijeron que sus trabajos no deberían contener referencias al pop o a la cultura contemporánea sino a las cosas eternas, a lo académico, el respondió que para su generación la cultura pop (popular) constituía el medio ambiente clave, las películas y la música rock eran esos conceptos eternos y académicos. La mente de Wallace esta convencida de que una sumisión completa a la cultura de hoy en día nos vuelve más cínicos y menos capaces de comunicarnos los unos a los otros. Es decir, una experiencia cultural que vale la pena inspira una autoconciencia crítica; en vez de anestesiarnos o pepearnos con una dosis de tv, lo cuentos, las crónicas, los ensayos deben de desquiciarnos.

Su desquiciada mente lucho por más de veinte años contra su depresión recurrente. Sin embargo, la realidad lo devoró. Wallace fallece por decisión propia el 12 de setiembre del 2008 presentándose como un escritor realista de la vieja guardia, menos una criatura pura de la sensibilidad pop. Un Bart Simpson que realmente lo sabe todo y un poeta de la empatía de Charles Dickens de la edad de Google.

Bonus track: Algo que quedo en la cinta...

Sobre Estados Unidos:

“Es buen lugar para vivir. La economía es muy potente, y el país nada en la abundancia. Y sin embargo, a pesar de todo eso, entre la gente de mi edad, incluso los que pertenecemos a una clase acomodada que no ha sido víctima de ningún tipo de discriminación, hay una sensación de malestar, una tristeza y una desconexión muy profundas. Sobre nosotros sigue pesando la sombra de episodios históricos recientes, como Vietnam o el Watergate y ahora, el desastre que se avecina con la matanza que está a punto de comenzar en Irak"

Sobre la Broma Infinita:

"El tema central de la novela es el fenómeno de la adicción como síntoma del malestar de la sociedad capitalista: desde las drogas hasta otras formas más genéricas de adicción".

Sobre los medios de comunicación:

"Nuestra relación con la realidad está violentamente mediatizada por el impacto de los medios visuales y la tecnología, sobre todo la televisión. Creo que la literatura seria mantiene una relación sumamente compleja y ambivalente con la industria del entretenimiento en general".


“No nos engañemos: la Red no es más que una avalancha de información, un laissez faire salvaje, sin estándares éticos. Se acosa al consumidor con un aluvión de ofertas, seductoras, sin ayudarle a discernir a la hora de elegir. La explosión punto.com es la destilación de la ética capitalista en estado químicamente puro".

Sobre la literatura:

"Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos, la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada".


Funte: Entrevista con Wallace del diario El País


lunes, 15 de marzo de 2010

viernes, 12 de marzo de 2010

Suicidios creativos: Bill Thomas

“Por lo tanto, para mí lo erótico tiene que ser siempre feo, lo estético siempre divino y la muerte hermosa”

Salvador Dalí.

El 15 de septiembre de 1959, Bill Thomas fue testigo de una sangrienta masacre que transcurrió en su colegio. Una explosión provocada por un alumno demente que en busca del su suicidio trajo consigo cinco muertes más. “Fue un momento extremadamente difícil para mi y mis compañeros del sexto grado.” Así mismo, Bill Thomas comenta que nadie le otorgó mayor consideración a su experiencia traumática. “Casi nada se comentó al día siguiente cuando regresamos al colegio. Aquellos de nosotros que sobrevivimos la explosión y que vimos aquellos cuerpos, nos convertimos en parte de la conspiración de silencio y negación, condenados a tratar de recuperarnos de esa "admirable imagen".

Stop: Bill Thomas coloca estas imágenes abnegadas por la sociedad en la que vive y retorcidas por su subconsciente. Play: La muerte gira alrededor de este observador, se desdobla noche y dia. Se vuelve cómplice de ella. Rec: Nos presenta su trabajo; un arte conceptual, un conjunto situacional de acciones que representan una situación de auto aniquilación. Reflejando en su obra actos que podrían producir el suicidio, pero que en realidad producen obras de arte fotográfico.

Soltando el gatillo

El arte de Thomas procura tocar el tema socio-psicológico con una mirada irónica, viendo el suicidio tanto del lado serio como de la perspectiva humorística. Las fotografías son escenas construidas y dirigidas en donde se ve al artista en un acto suicida en una variedad de formas extravagantes. Las fotografías son presentadas en formatos de blanco y negro. La luz que se irradia en su obra tiende a iluminar un mundo miserable, representando a la muerte y al suicidio como la negación de la sociedad.

El suicidio rompe los tabús, en tanto que sus conductas auto-destructivas son encajadas con un fondo de humor negro. Ya que el humor es también una reafirmación de vitalidad y de poder constructivo para mantener al espectador a lo largo de esta extraña travesía en los senderos que se bifurcan entre el arte y la vida, al margen de cualquier imagen que recuperamos o de la cual hay que recuperar.

Disfruten de estos creativos suicidios.


jueves, 11 de marzo de 2010

El arte translúcido de Mark Jenkins

Stop, corre la cinta: Se le hace llamar graffiti en 3D. Play, Jenkins nos presenta su arte literalmente transparente. Deja las latas de spray y se deja llevar por la cinta de embalaje (tipo la cinta de scoth – ¡sí, sí la del colegio!- pero mas ancha). Rec, coloca sus esculturas efímeras en diversos espacios públicos que nos obligan a ver la ciudad con otros ojos.

Patos que flotan en charcos, chupetes enormes que envuelven parquímetros, bebes equilibrándose en lo alto de un letrero, jirafas transparentes buscando algo que comer en su arbusto, cuerpos inconclusos o mutilados por una pared. Estos son algunos de los trabajos situados en la ciudad, en el asfalto, en la esquina de tu casa, cruzando la calle o quizás en tu propio jardín. “Quizás no soy un artista, soy una especie de psicólogo amateur que realiza un singular trabajo de campo. Los seres de tape son simplemente mi instrumental técnico.”

¡Deja de jugar con la Scoth, Jenkins!

Su arte empezó desde muy temprano, cuando cursaba el segundo grado de primaria: una mañana, aburrido, forro su lapicero con cinta adhesiva, luego hizo una incisión con tijera en la cinta y la separo. Se quedo estupefacto, tenia una replica exacta de su lapicero pero transparente. ¡Deja de jugar con la cinta joven Jenkins! Le debió haber dicho su profesor. Sin embargo, la vida da vueltas, veinte años después Mark viaja por los Andes en busca de adrenalina pero terminó trabajando como profesor de ingles en Rio de Janeiro. Era una tarde, aburrido en su departamento, en Río, esta vez el profesor era él. Así que decidió hacer una pequeña pelota para jugar. Vio entre sus adornos una bola de latón y recordó, con súbita claridad, aquel momento de su infancia. Envolvió la bola y se quedo maravillado con el resultado. Entonces decidió hacerlo con una taza, cucharas, mesas… etc. Meses mas tarde todo el departamento tenia una replica de cinta de embalaje, incluyendo por supuesto al mismo cuerpo del artista.

Yendo del living a la ciudad

“Decidí instalar mi primera escultura de mi mismo en un depósito de basura. Muy cerca de un colegio. Los niños observaban por la ventana, excitados y asombrados de ver un cuerpo en el basurero. Eso me incentivó aun mas.” Después de este suceso, Jenkins se levantaba todas las madrugadas y se infiltraba entre las calles, como un ilegal cruzando la frontera. Dejaba en cada esquina o en los parques sus esculturas. Y a la mañana, boom, miles de personas rodean parques, caminan y no dejan de observar. La mayoría de los transeúntes, paran y se quedan observando. El trabajo de Mark Jenkins simplemente desactiva el status zombi que solemos tener todos en la ciudad. Jenkins decide colocar sus chambas en un dialogo frontal con los monumentos y las esculturas convencionales y al hacerlo las rejuvenece. Creando una palpitación visual que corresponde a la gente que vive en la ciudad generando sorpresa y alarma a la vez.


La cinta que nos sobró:

Sus trabajos, lamentablemente, solo están en diversas ciudades de Estados Unidos y en Rio de Janeiro. Sin embargo para saber más sobre sus chambas pueden visitas su web: http://www.xmarkjenkinsx.com. Y si alguien se anima a crear sus propias esculturas con cinta adhesiva puede chequear este sitio en donde Jenkins revela su arte paso por paso: http://www.tapesculpture.org/.



lunes, 8 de marzo de 2010

El viejo marginal, nos invita a almorzar - a comer por favor- El Almuerzo al Desnudo

Marginal, delirante, magullado por la sociedad, réprobo, salvaje, morboso, drogadicto, condenado e inescrupuloso son algunos sinónimos de ante mano al referirnos del salvaje escritor William Burroughs. Proveniente del asqueado corazón de Estados Unidos y a su manera, encarnaba las contradicciones del sueño norteamericano. Antes de ser un rebelde del sistema de los años soñolientos de los cincuenta (american way of life), fue un engendro, un ladrón, vagabundo capaz de mostrar su lado mas oscuro y brutal.

Cuando empezó a publicar su novela El Almuerzo al Desnudo (1959) la gente dio sus opiniones –“asquerosa, pornográfica, basura norteamericana, degenerada, no a su publicación.”- Pero es ahora, que se lee y se coloca como una novela tan perturbadora como compleja, “sucesor lineal de James Joyce”, (J.G.Ballard) por ello quizás muy pocos lectores se hallaban en condiciones de asimilarlo debidamente. Actualmente, repito cincuenta años después, nadie duda que es un pinchazo al cerebro y adictiva para todo ser humano. Una obra seminal, un instante helado en los que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores. Deleitándonos de bocado en bocado con un lenguaje tan delicioso como asqueroso y brutal, simplemente un disparo a la sien.

El Almuerzo Beat

Burroughs oyó la palabra beat por primera vez el mismo año en el que se publicaba La Rabia de Vivir, le pareció una palabra muy atractiva, pero en su caso mas que un ritmo o golpe musical (refiriéndose a los beats como los fanáticos del jazz beat boop) fue por el trasfondo criminal, “inadaptado”, “tocar fondo” y “magullado” o golpeado ante diversas condiciones colocadas por un sistema. Su trabajo refleja la improvisación tal como el jazz; técnicas pictóricas- como el collage- y juegos surrealistas lleno de erotismo y delirio. En el Almuerzo al Desnudo recurrió al cut up, una modalidad que cultivaba su amigo, el pintor Gysin, con quien compartió alojamiento en el llamado Beat Hotel, en Paris. Pero ¿en que diablos consiste el cut-up? Es una técnica aleatoria basada en el arte de recortar y pegar característicos del collage. Fragmentando los textos; cortando las hojas transversalmente, en rectángulos y unir las piezas de una manera arbitraria para generar nuevos textos. El viejo marginal perfecciono el método al grabar sus textos y regrabar encima de algunas partes de la cinta, lo que originaba textos polimorfos, curiosas yuxtaposiciones que alteraban el sentido inicial y expandían las percepciones del lector !Que pastel!- generando otros significados posibles, ocultos e imprevistos para el propio autor. Recordándonos a los “cadáveres exquisitos” de los surrealistas. Esta técnica causó que los lectores de Burroghs sean totalmente excluidos por tanta controversia. Pues ante todo, el Almuerzo al Desnudo era una novela atípica, que trastornaba la linealidad y demandaba un mayor esfuerzo. Su argumento no resulta fácil de explicar pues todo suceso se lleva a cabo en un mundo alucinatorio; apelando a las experiencias limites del autor.

Su locura

Fue un toxicómano contumaz que se empeño en hundirse en las noches rojas del alcohol, cocaína y heroína; además de opiáceos, anfetas y estupefacientes, con una actitud compulsiva que incurría en el envilecimiento. Homosexual a todo dar. Se enamoró de un hombre y se amputo la falange del dedo meñique para tan solo llamar su atención. Clandestino ilegal, que se vendió por heroína, cruzando la frontera para tan solo conseguir unos cuantos falos para saborear. Siniestro esposo que mato a Joan, su mujer, de un disparo a la sien en una fiesta salvaje, al pretender emular a Guillermo Tell.

Visitó el Perú y claro que probó Ayahuasca. El resultado de esta experiencia fue una correspondencia diaria que tendría con el escritor Ginsberg en “Cartas del Yague”. Se alojo en la calle José Leal 930, en Lince. Viajo a Tingo Maria y Pucallpa. De regreso en Lima, a la que califica como “fría, húmeda y deprimente”, se dedico a beber en cantinas de mala muerte- hubiera gustado de Luz Verde- merodeo por el Mercado Mayorista, se dio vueltas por el centro de Lima y dicen que le dio unos toquecitos de pasta básica.

Colaboró en algunos poemas y música para Jim Morrison, vocalista de la banda The Doors. Además de apoyar al dipsómano Tom Wattis y al suicida Kurt Cobain. Paso por el cine y nos dejo una pieza maestra dirigida por David Cronenberg logrando algo que parecía imposible: una notable recreación visual de la novela Almuerzo Desnudo.

Padre de la contracultura, la retrospectiva de Burroghs es innegable pues fue capaz de de vislumbrar territorios inaccesibles para los demás, como también es cierto que las visiones generadas por el efecto de las drogas pusieron en peligro su equilibrio mental y lo sumieron en el horror. Y aunque se sometió en manicomios, salones psiquiátricos, miles de psicólogos y a diversos tratamientos de desintoxicación; la heroína y su delirio siempre estuvieron al acecho, como los buitres que planean sobre un moribundo. Mas allá de las drogas, el escritor advirtió que había algo en su ser que no era el y que no podía controlar; una entidad que lo poseía y lo arrojaba a un abismo de muerte y desesperación. De ahí su apariencia sombría y espectral, como si se encontrara a un caballo entre dos mundos, sin poder estar del todo en ninguno. Un hombre invisible, un bicho marginal, angustiado por el sistema. Sin salida.

“He estado fuera. Vengo de la humillación y el fracaso total, he subido escalando una celda tras otra, enfrentándome a un millón de contratiempos y descalabros. No me imagino volviendo atrás.”
William Burroughs, 1959
 Bonustrack:



Favor de no rebovinar. Solo es un pinchazo ante esta sociedad

jueves, 4 de marzo de 2010

JR: El fotógrafo Kamikaze



Fotógrafo francés que ha reguardado su nombre bajo el seudónimo: JR. Se hace presentar como un artista fuera de serie; pues a él no le basta con tomar las fotos: necesita verlas en grande, en enorme, y son para él una herramienta de subversión. Su lente representa un revolver en medio de la sociedad plasmando lo más incendiario que se puede hacer: vernos los unos a los otros y descubramos, en el diferente, a alguien a quien podríamos amar y debemos respetar.

Sus enormes pósters han adornado –para rabia de racistas y sectarios– las calles de varias ciudades europeas y han invadido los paisajes más empobrecidos del planeta con los rostros de sus pobladores. Su trabajo se basa en fotografiar rostros de los pobladores, hacer giganto grafías de ellos y colocarlos en muros, calles pistas, techos…etc. Generando una fotografía más.

De la periferia parisina a las favelas brasileñas, el autor plasma de forma clandestina un mensaje emocional en el vecindario, exaltando la dignidad y el orgullo de los menos favorecidos.

Sus fotografías abrieron huecos visuales en los muros que dividen Palestina e Israel. Después de pedir a taxistas, peluqueras, niños, amas de casa, barrenderos y plomeros de las dos naciones que posaran para la cámara, pegó sus instantáneas en las paredes de Gaza, de Cisjordania, de Jerusalén, de Tel Aviv.

El lente clandestino

El artista francés JR no lo ha tenido nada fácil para la instalación de sus obras teniendo en cuenta las infraestructuras deficientes y los cables eléctricos que cuelgan de las fachadas, lo que ha supuesto un trabajo arriesgado y complicado.

Este tipo de manifestación artística y urbana crea un cierto malestar ya que las favelas habitualmente no se ven desde el lente de los medios de comunicación. Sin embargo el arte de JR representa los ojos de los mismos pobladores creando un efecto contrario. La mirada de los habitantes de las favelas cae sobre la ciudad. Son ellos quienes vigilan.

JR siempre ha trabajado burlando la ley y la seguridad ya que en anteriores exposiciones fue buscado por la policía como por ejemplo en el caso del muro de Israel, una acción que fue calificada como la mayor exposición de fotografías ilegales de la historia en el 2007. Se trataba de colgar fotografías de israelíes y palestinos que realizaran el mismo oficio e intentar captar la percepción mutua de los dos pueblos. El resultado: fue expulsado de Hebrón tras varias amenazas e intimidaciones. Quizá por eso ha cuajado su tipo de arte en un espacio como las favelas en el que se vive de forma habitual al margen de la ley.

Asimismo su anterior trabajo realizado en Murcia, especialmente en Cartagena también dio que hablar ya que durante el festival de arte dedicado a Francia, el artista hizo caso omiso de la policía entrando por la puerta principal en una refinería con una furgoneta y pegando un gigantesco retrato de un anciano en uno de los tanques de combustible. Sin embargo la Tate Modern de Londres ha instalado una fotografía en la fachada de tamaño gigantesca, sin ningún tipo de restricción en verso este artista "clandestino".

JR va de incógnito bajo las gafas de sol y un sombrero, sus manifestaciones artísticas tienen una espontaneidad que hacen que la ciudad elegida recupere protagonismo en cierta manera, los enormes retratos crean malestar o sorprenden a los mismos pobladores.

 
Bonustrack:
 
JR en video: Women , retrata las miradas de mujeres de Sudán, Kenia, Sierra Leona, y Brasil. Muy buen documental recomiendo verlo:  http://www.youtube.com/watch?v=utVmzUGbgYI
 
Plus! aca les dejo tambien un pagina con mas fotografias de el: http://www.jr-art.net/
 
 
Stop, play and rec.

Telebasura: La intervención urbana de Augusto Carrasco.

Sentado frente a aquel televisor/
No te levantarás/
Las cosas increíbles las podrás tener/
Verás y escucharás/
Tu cuerpo se ilumina sin cesar/
Tu mente explotará/
Se ríe, llora y gime sin pensar/
Regresa un comercial/
Mentiras, fantasías, sexo y policías/
Rellenan la función/
Te quieren controlar/
Te quieren adiestrar/
Un televidente, sentado aunque no haya corriente

(Letra de la canción del grupo Rio, Televidente)



Las intervenciones urbanas son trabajos desarrollados en espacios públicos como parques, calles y avenidas, y tiene como intención llevar experiencia estética hacia afuera, siempre con un discurso de denuncia o expresión de por medio, apelando a la provocación de un impacto, individual como colectivo, aprovechando los distintos contextos que se generan en la urbe; permitiendo interactuar con todos los elementos que forman un grupo social.

Augusto Carrasco se enfrenta contra una sociedad narcotizada por el magnetismo presente en los medios de comunicación, en especial el de la televisión. Para denunciar este letargo, apela a la reflexión sobre lo que estos medios hacen en el imaginario colectivo.

Augusto invoca a las ideas primarias de cada objeto para luego conjugarlas y generar una metáfora violenta. Acercándose a la analogía: televisión como contenedor de programación y el basurero como contenedor de desechos, emprende el viaje hacia un círculo vicioso donde uno bota basura para que un semejante termine mirando la basura del otro y pasar luego a botar la suya propia, así sucesivamente.

Telebasura se basa en la transformación del objeto cotidiano en objeto artístico para proceder a instalarlo en un espacio público y generar reacciones crítico reflexivas, es así que transfigura una obra pública/social en una obra de arte, que condicionada al contexto, en este caso la programación en la televisión tanto nacional como internacional consideradas como basura pura, concibe un discurso de denuncia por medio de la imagen

Cambiemos de canal

Usando carcasas de televisores desechados por la misma sociedad, Augusto recrea la construcción de contenedores de basura denominados Telebasureros, materializando de un modo implacablemente crítico, a través del juego conceptual, una metáfora de la dinámica social del sistema de telecomunicación.

Esta interpretación del término Telebasura es la base del proyecto de Intervención Urbana del mismo nombre, en el cual, el objeto contenedor de basura “telebasurero” es una caja de televisión – contenedor de programación – que se comporta como un medio o vaso comunicante entre los desechos abandonados por las personas y la consecuente contaminación que produce dicha transmisión de elementos.

Bonustrack:

Agusto Carrasco es artista visual y estudiante de la escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional del Gran Padre San Agustín de Arequipa. Sigue presentado su proyecto en la ciudad de Arequipa, esperamos ver su proyecto en las ciudades de Lima.

Los Rolling Stones en el lente de Robert Frank: Cocksucker Blues, el documental prohibido

Cada semana, el rock continúa produciendo hits y muestran nuevos grupos ante la estremecedora juventud. Sin embargo, no se puede librarse de las necesidades de custodiar su historia ni de rendir culto a los santos que se han canonizado para ingresar a los cielos –deberíamos decir infiernos del rock. Los Rolling Stones son ese grupo de santos que han adquirido la tenaz condición de las gárgolas de una catedral. No necesitan ser evocado pues es absurdo volver a oír a los Stones por la sencilla razón de que los seguimos oyendo desde hace décadas. Si el camaleónico Bowie ha hecho que sus fanáticos se vistan y travistan de muy diversos modos, después de cuarenta años en el camino de los Rolling no requieren de disfraces porque esta banda se decora con sus propios gestos. Esa fue la chamba de Robert Frank, deslizando su lente por este grupo de “niños guerrilleros” que fuman como gángsters mientras se rascan los testículos con desparpajo, suspenden entrevistas y colocaron su lengua como el logotipo del siglo XX. Robert Frank los desnudara en su documental “Cocksucker Blues”. Favor de rebovinar.
Stop: Simpatía por el diablo

En 1969, una persona fue acuchillado mientras los Rolling Stones tocaban "Simpathy for the Devil" en el decadente Altamont Free Concert. Jagger gritaba nerviosamente “Hermanos y hermanas mantengamos la calma, por favor.” Los Stones se propusieron hacer su propio festival ante su ausencia en Woodstock del 69’ y el egolatrismo de la misma banda al tocar con The Who, Janis Joplin, Hendrix y todo el sequito de fugaces estrellas que quedaron totalmente estrellados.

El resultado fue un desmadre total: un homicidio, dos muertos por accidentes, cientos de casos de sobredosis y violencia entre los hippies y la pandilla de motociclistas Hell Angels, (violentos ángeles del infierno; su mayor particularidad fomentar el caos) contratados como personal de seguridad. Así pues la imagen de la banda había quedado dañada en los Estados Unidos. Las autoridades que nunca gustaron del rock and roll ni mucho menos de los movimientos pélvicos de Mick Jagger, los tenían en la mira y harían todo lo posible para impedir el ingreso de estos ingleses indeseables si volvían a pasarse de la raya.

Sin embargo en 1972 lanzan el album “Exile in Main Street”, hoy para muchos su última obra maestra. Los Stones estaban en la cima de la popularidad, comenzaron a ser llamados “la banda de rock más grande del mundo”, ya sólo les faltaba desprenderse de la fama de “chicos malos” que les enrostraban cada vez que ocurrían desmanes en sus conciertos. Por desgracia o para el amor de sus fans fueron filmados bajo el documental de Robert Frank, ponchándolos con los pantalones bien abajo.


Play: El lente de Frank

Robert Frank nació en una acomodada familia judía de Suiza que se mantuvo a salvo de la persecución nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Se inició como aprendiz de un fotógrafo vecino de su edificio y a los 23 años emigró a Estados Unidos disgustado con la vida materialista que le ofrecía su familia.
En 1948, viviendo como fotógrafo de modas, se desanima del Sueño Americano al comprobar que sólo se trataba de competir por el dinero y seguir el sistema gringo.

Decide  viajar y llega a los andes peruanos donde fotografía caminos polvorientos, campesinos en movimiento, vida rural, rostros del sueño provinciano, personajes insatisfecho con su vida, tistes y solitarios: pero esencialmente la vida del sub. alterno: el no escuchado, personajes desconocidos.

Regresa a Estados Unidos con un nuevo “lente” presentando la ironía de la sociedad, marcando un claro contraste en comparación con la mayoría de los foto periodistas contemporáneos, visible en su estilo inusual de enfoque y el uso de luz baja, entre otras características que se desviaban de las técnicas de fotografía aceptadas. Se vuelve un fotógrafo “marginal” y hace travesuras con Jack Kerouac y Allen Ginsberg (grupo de escritores beatniks que gustaban aguarle la fiesta a la América de los años cincuenta, devota de la prosperidad). Frank comienza a recorrer Estados Unidos para retratar las tensiones raciales y de clase que contradecían ese optimismo. Frank prefiere la penumbra, el desenfoque, la velocidad. Resultado de esta experiencia fue su libro más importante “The Americans” (1958) que muestra un Estados Unidos desolado y borroso.

En complicidad con su amigos Kerouac y Ginsberg se inicia en el cine con “Pull my Daisy” (1959) y haría otras películas incórdiales con el mainstream, hasta que conoce a los Rolling Stones para quienes fotografía lo que sería portada de “Exile on Main Street”.


Rec: El Blues del Chupa Penes

Los Rolling Stones se conocen con Robert Frank gracias al capo de Truman Capote; en medio del alcohol, las drogas y las despampanantes orgías. “Considero que Jagger es tan sexy como un sapo orinado” divulgo Capote ante Robert. Es justo en medio de esta nueva amistad donde el fotógrafo marginal dispara su discreta cámara en la banda inglesa deslizando el lente entre camerinos, cuartos de hotel, aviones y escenarios. El resultado sería “Cocksucker blues”, su película más conocida y sin embargo la única que hasta hoy no se estrena oficialmente.

“Cocksucker blues” es una muestra de lo que podía pasar cada vez que los Stones se montaban en la ruta. Los vemos en muchas situaciones que la mayoría de veces suceden lejos del escenario. Todo está permitido y el tiempo pasa demasiado lento. El lente de Frank nos deleita esos momentos de terrible aburrimiento que toda gira debe tener. Aquellos momentos en los que se mata el tiempo bebiendo, jugando a las cartas, drogándose o teniendo sexo en público con las fans más complacientes.

Los Stones arriban una ciudad, se maquillan, jalan cocaína y suben al escenario. Jagger canta “Brown Sugar” en el peor estado, tambaleándose de lado a lado y con una voz irreconocible. Luego de dos canciones mas Jagger hace alarde su condición atlética, se mueve en escena como si desayunara toneladas de cereales y nos demuestra a como dominar a la juventud con sus mejores armas. En estos momentos la cámara de Frank baja al nivel del público, maravillada como todos de una banda brillante. Sigue bajando, espera afuera y cuando todo ha terminado conversa con el público, con los que no lograron entrar, con los revendedores. Y sigue descendiendo hasta toparse con los fans más marginales, aquellos que perdieron todo por el rock and roll y las drogas.

Nuevamente en el avión, los Stones y su gente cogen unos instrumentos y montan una fiesta con toda la intención de terminarla en orgía. Alguien levanta a una chica y comienza a quitarle la ropa, mientras ella se resiste entre carcajadas. Corte. El caos ya terminó: una muchacha se levanta del suelo con una mancha de semen en la espalda.

El sexo es uno de los temas principales. En una de las primeras imágenes del film vemos a Jagger tocándose las bolas (por debajo del pantalón), Keith Richard aparece con una cara de arresto domiciliario toqueteando las entrepiernas de cualquier chica que este a su lado. Hay otras escenas de este tipo, pero no es nada de qué extrañarse y el sexo tampoco se libra de cierto tufo a tedio.

El otro gran peotagonista de este documental son las drogas, y aquí vemos a Jagger y Richards fumando, aspirando o inyectándose en colectivo o como solistas. "Cocksucker blues" desmitifica a la estrella de rock, muestra lo que todos quieren ver, lo que incluso ya sospechaban, pero que nadie imaginaba que tuviera tanto de soledad y aburrimiento. Los Stones son soldados que matan las horas hasta que son llamados nuevamente al frente. El brillo de las estrellas a veces es opaco.

Al ver el trabajo terminado, Jagger le dijo a Frank: "Hiciste un excelente película pero si dejamos que se presente en América, nunca más nos dejarán entrar". Entonces emprendieron una demanda para tomar control del documental y, desde luego, Frank perdió. Sin embargo, el “salomónico” veredicto permitía que "Cocksucker blues" se proyecte cinco veces al año siempre y cuando el director esté presente en la sala. No sabemos si Frank sacó provecho de esto y decidió convertirse en un cineasta viajero con los rollos de su película bajo el brazo. Lo que sí es seguro es que inmediatamente los fanáticos tomaron nota y corrieron rumores que "Cocksucker blues" era el mejor documental sobre rock and roll alguna vez filmado (y casi nunca visto). La película circuló por años en el mercado negro de Estados Unidos a través de copias en video. Ahora está disponible a todos pues algún anónimo la puso en libertad en Internet -tal vez fue el mismo Frank, quien sabe.


Ni tan bonus track: No he encontrado este documental en fisico, es decir nunca he tenido el documental en dvd. Sin embargo, les dejo el link de youtube; donde pude ver esta pieza de arte. Ahi les va:
http://www.youtube.com/watch?v=vtTfwGTqYzw